Leí la novela por un vil engaño bloguero. Navegaba por google con la pregunta de la tarde (en lugar de atender las responsabilidades): ¿cuál será el próximo proyecto de Christopher Nolan? Y entre la variedad de opciones encontré una nota en la página de IMDb que me remitió a Comicbookmovie.com. Así llegué a Ernest Cline y su primera novela, Ready Player One (2010).
Considerando que The Prestige (2006) ya era un precedente en su filmografía en cuanto a la adaptación de novelas de ciencia ficción (Christopher Priest, El Prestigio 1995), no me pareció descabellada la idea, junto con la pluma de su hermano Jonathan, el dúo puede adaptar lo que sea y estoy muy seguro de que será asombroso. Si bien no he leído (porque leer las primeras cinco páginas no cuenta como haberlo empezado) la novela de Priest hay una clara diferencia entre esa ciencia ficción (la de Priest) y ésta ciencia ficción (la de Cline), pero si los Nolan consideran realizar una adaptación, es que algo debe haber en el fondo de este asunto, me dije. Y más tarde me di cuenta del equivoco de mi suspicacia.
Lo mejor de la novela es su portada de la edición en inglés |
Una novela apenas núbil
Primero, expliquemos de qué trata la novela de Cline. En un futuro más decadente que el nuestro (créanlo o no) la población prefiere pasar su tiempo en un entorno digital de realidad virtual (¿alguien dijo eXistenZ (1999)? película que por cierto noveló Priest), pero cuando el creador de esta maravilla tecnológica concluye sus días envía un reto a todos los participantes de su mundo virtual. La novela es sobre la búsqueda de las tres llaves, las tres puertas así como los aliados, enemigos y los retos para conseguir el premio absoluto, la fantasía de cualquier gamer... la fortuna del multimillonario-revolucionario-versión geek de willy wonka-creador de OASIS (las siglas del mundo de realidad virtual).
Justo hace unos días leía en la presentación de El marciano (Andy Weir, 2011) a Miquel Barceló comentando que la ciencia ficción está cayendo ante la tendencia a la literatura fantástica, mencionando a autores como George R. R. Martin, Ursula K. LeGuin, Marion Zimmer Bradley (éste nombre es nuevo para mi) refería como han pasado de las novelas en el marco de la ciencia ficción a optar por historias más libres, donde la magia sin límites puede salvar el día. Antes que nada, no comparto la opinión de Barceló, que en sus décadas extra en este mundo ha de apoyar tal aseveración, pero a mi nunca me ha parecido que pasar de la ciencia ficción a la fantasía sea un cambio de universo, más bien me parece un cambio de perspectiva. Así de simple, eliges narrar una historia desde la mítica o desde la razón, ya nos decía Clarke: Toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia. Entonces, más bien es un debate sobre el marco de tu referencia. Yo diría.
Y esto respecta a la novela de Cline porque reconozco que el propósito del autor está más centrado en crear un tributo a la cultura, sociedad e innovaciones que tuvieron lugar en los ochentas y no ha un planteamiento tecnológico riguroso. Que para todos los que reconocemos los referentes (o algunos de ellos) es un agasajo de memorias. ¿Las implicaciones sociales dentro de la trama ante una tecnología de realidad virtual son verosímiles o al menos interesantes? Para nada. ¿Los puzles a descifrar realmente son intrigantes? Nope. ¿Los giros de tuerca son buenos a la trama? Apenas.
Y con todo eso, es una historia emocionante. Porque en realidad no es ni compleja ni profunda ni reflexiva, la historia está más próxima a la épica que a la ciencia ficción, pero tampoco es su propósito, la historia es bipolar (o sea que hay buenos y malos sin puntos intermedios) hay un romance complicado, hay una amistad puesta a prueba, hay una venganza. Es algo así como Adventure Time, pero menos profundo y con referencias culturales más directas. Se nota que es una novela primeriza.
Porque los misterios se resolvían de último momento y por datos que no habían sido revelados hasta ese punto y cuando anticipó 'disimuladamente' algunas pistas al lector fue tan terriblemente evidente que sufrí más esperando que el protagonista se diera cuenta. Antes de llegar a la segunda parte del libro, me di cuenta de que no era el tipo de historia que adaptaría Christopher Nolan (a menos que reformularan el concepto de la historia).
Imagen por Jonathan B. Perez |
Puesto así parecería que quiero que me devuelvan mis horas de lectura, pero no. Con todo es una novela divertida y emocionante. Es una historia juvenil y como tal debe ser considerada. Tal vez abordé la novela con altas expectativas o tal vez es una novela muy pero muy adolecente, me inclino por las dos opciones. De hecho fue tan entretenida que decidí terminarla, aunque había mejores novelas en cola (El marciano, que mencioné, Ciudad de Marshall Smith o los libros que debería estar leyendo porque tengo que entregar avances de investigación...), sencillamente porque a veces queremos leer a Phillip K. Dick, otras leemos a Shelley, otras estamos bien con Stephen King o J. K. Rowling algunas historias no son para hacernos reflexionar sino para hacernos recordar o para hacernos sentir, para sentirnos más jóvenes. Es mala como ciencia ficción, pero no es una mala novela al final del día. Este año (2015), Cline publica su siguiente novela titulada Armada, aún no sé de que tratará o si seguirá siendo literatura juvenil pero la estaré esperando, a ver que.
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