Hay oscuridad, hay luz. Hay hombres y mujeres, hay comida, hay restaurantes, enfermedades, trabajo, tráfico. Los días como los conocemos, el mundo como lo imaginamos.
La fui a ver en una cita, la chica con quien la disfruté era esperanza y ella había descubierto un pequeño cine coordinado con las cineteca que proyectaba películas independientes y/o de arte. A mitad de la semana los cines no suelen ser muy concurridos y en las cercanías de este cine estaban realizando algunas reparaciones, curiosamente en ningún momento se afectó la acústica, incluso durante las partes de la película en silencio.
¿Alguna vez has estado con ese tipo de chica con la que todo parece marchar perfecto? Bueno, para mi era lo que le sigue, ella era siempre mi semejante, era siempre fascinante lo parecido que eramos, todo lo que los dos compartíamos, ver mi rostro reflejado en ella, parecía un constante entusiasmo que nunca llegaría a fin. Existen personas en este mundo con quienes el tiempo se detiene, con quienes los instantes duran eternamente, con quienes solo vas hacia delante.
La vida continúa, la comida se hace más condimentada, más salada, más dulce, más ácida, te acostumbras. La pérdida más grande es la pérdida de los recuerdos, el olfato y la memoria están conectados en el cerebro, la canela podía recordarte al mandil de tu abuela, el olor de un corral podía evocar el miedo de un niño a las vacas, todos estos pueden traer recuerdos de tu primer viaje en el remolcadero. Sin el olfato un océano de imágenes del pasado desaparecen.
En unas cuantas semanas, el gusto de convierte en un recuedo del pasado y diferentes sensaciones lo reemplazan. En restaurantes se trata de ofrecer una cena a otra persona, dejar que te atiendan, escuchar el sonido cuando lo sirven y el tintinear de las copas.
Cuando vi Perfect sense ya había leído Ensayo sobre la ceguera (1995) de José Saramago y también había visto la adaptación (Blindness, 2008) de dicha novela, también había tenido lugar la Pandemia de gripe A (H1N1)1 entre 2009-2010; todo ello vino a mi mente mientras veía la película y me recordó lo cerca que la humanidad siempre está de la completa extinción, la vulnerabilidad de nuestra especie, algo que tendemos a dejar de lado constantemente.
La historia de Perfect sense, es simple: una epidemióloga y un chef se conocen en medio de lo que parece la pandemia última, la pérdida gradual de los sentidos. Con estas manifestaciones vendrán también algunos impulsos emocionales previos y posteriores, a la larga el fenómeno de la pandemia es una reflexión constante sobre la pérdida, pero también sobre lo que sigue después de perder.
Hay dos movimientos, la gente que corre por las calles agarrando lo que pueden, la gente que no cree en nada más que en el fin del mundo. Y está el otro movimiento, los granjeros que salen a ordeñar las vacas, los soldados que se reportan para el servicio, aquellos que creen que la vida continuará de alguna forma o simplemente no saben qué más hacer.
Así, la relación entre emociones y sentidos en el momento en que son perdidos por la extraña pandemia, tristeza - olfato, ansiedad - gusto, ira - oído, alegría - vista, son la pista que vamos encontrando en cada uno de los estados del padecimiento, un vínculo que nos habla sobre algunos de los efectos de las emociones sobre la vida.
A cada paso de la pandemia la humanidad enfrenta una gran perdida, la perdida de uno de sus sentidos, a cada paso también la desesperanza es librada siguiendo adelante, la narradora nos va mostrando cómo padecen estas pérdidas y como las superan. Perfect sense se concentra en ese aspecto de la historia, que resulta tan palpable para el espectador por el hecho de que las palabras que nos dedica a cada uno de esos momentos podrían ser las mismas que un amigo, un familiar o un terapeuta nos dirá cuando pasamos por una pérdida. Tanto Michael como Susan, los protagonistas, guardan un pasado que no han superado emoionalmente, al resistir juntos durante la pandemia tornarán esas mismas palabras hacia sus propias vidas como una manera de continuar.
Así es como desciende la oscuridad sobre el mundo. Pero primero los momentos radiantes, una reacción en masa del lóbulo temporal, una gran apreciación sobre lo que significa estar vivo, pero más que nada una necesidad compartida de acercarnos, para ofrecer calidez, comprensión, aceptación, perdón, amor.
Si bien la ciencia ficción tienen la virtud jugar con el comportamiento humano frente a las posibilidades asombrosas, en este caso se remite no a las posibilidades sociales, tecnológicas o cognitivas a las que podría enfrentarse en un evento similar, sino al aspecto emocional que el ser humano enfrenta, un acontecimiento cuyas repercuciones están en el ánimo más que en la salúd (como casi todas las enfermedades y condiciones se acompañan).
Eventualmente esa chica quien me acompañó a verla se convirtió en un ejemplo de las palabras que ésta película guarda, ¿las emociones nos privan de los sentidos o los sentidos vician nuestras emociones? Finalmente, sea cual sea la respuesta, con pérdidas o sin ellas, la vida continua y se repone, encontrará su siguiente manera de seguir adelante. Hay seguir persiguiendo la chuleta.
Ahora está oscuro, pero se sienten la respiración el uno del otro y saben todo lo que necesitan saber, se besan y sienten sus lágrimas en las mejillas. Y si queda alguien para verlos, lucen como amantes normales, acariciando sus rostros, cuerpos juntos, con los ojos cerrados, inconscientes del mundo alrededor. Porque así es como continúa la vida. Así.
1 Si no mal recuerdo Contagion (2011) se estrenaría poco después a razón de la experiencia que vivió Steven Soderberg (el director) de la pandemia durante su estancia en México.
2 La última vez que la vi, inmerso en la ciencia ficción como nunca, incluso pensé: sería el arma perfecta interestelar, dejaría muy atrás la guerra bacteriológica, las desgastantes confrontaciones, elimina a tu enemigo privandolo de sus sentidos. ¿acaso no sería la forma más practica y pacífica de conquistar mundos 'civilizados'?
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