martes, 9 de diciembre de 2014

La gente deste mundo


La primera vez que leí a Alberto Chimal venía en copias, un profesor en cedart dejó leer El país de los hablistas (2001) en clase, aún conservo mi copia entera ya que nunca pude encontrar una edición de ese volumen, junto a un montón de pertenencias de esa etapa de mi vida se conservan guardadas hasta que vengan los días de nostalgia. Las historias de Chimal resultaban familiares, historias y situaciones que de una o muchas maneras sentía que ya conocía (incluso en esos años en que conocía poco) pero con pequeños detalles de novedad, tal vez algo que habita en sus expresiones, en su uso de las palabras o en el manejo de los conceptos a través de los cuales nos contaba las historias... fuera lo que fuera, capturó mi atención y desde entonces reconozco su nombre con entusiasmo.

El siguiente libro de su autoría que leí me lo compartió una amiga, quien se había hecho con su propia edición de Grey (2006) y aunque por aquel entonces no seguía tan de cerca la carrera de Chimal, ella me prestó su ejemplar para conocer los nuevos textos y así también sucedió una vez se publicó Los esclavos (2009). Las dos fueron interesantes, sus historias era igual de insólitas, pero las no me encantaron como la primera vez, hacía falta algo que echaba de menos, en sus textos había un discurso que apuntaba a cosas más importantes que la novedad y la creatividad. Proyectaban lo más profundo de la mente de los personajes... sus textos eran más surrealistas que fantásticos cada vez, algo que por lo general se traslapa con facilidad1, en aquellos días no me interesaba esa parte d ela literatura. Será por eso que nunca compré La torre y el jardín (2012).


Gente del mundo (1998)
Del título que escribo ahora en realidad es una reedición (una muy bonita debo agregar, Era se lució), los pequeños relatos (minificciones) son descripciones breves de tribus, practicas y pueblos de un mundo ficticio, contantemente bizarro y onirico. Los textos recuerdan a Borges y sus entramados del trasfondo, se alcanza a percibir un complejo mundo de historias, vrsiones y reversificaciones en los relatos de Gente del Mundo. Pero eso es sólo la mitad del libro.
La otra mitad está conformada por las láminas de Auko, la ignota, o lo que quedan de las láminas. Las ilustraciones permanecen envueltas en el misterio académico, se desconoce su literalidad o posibles simbolísmos, aunque hay alguna referencia a la autora y al por qué sólo queda algo rudimentario de ellas para contemplarlas, todo esto se explica a mayor detalle en los apéndices, la ultima parte del libro.
Los apéndices nos sacan del estado anécdotico en el que pueden caer equivocadamente los textos, nos incluye en la crónica del mundo que Chimal contempla y nos recopila en su texto. De esta forma conoceremos el origen de las descripciones de la gente del mundo, el origen (probable) de las láminas y al hablista que enlaza estas dos creaciones.

Chimal es un autor que con suma gracia nos golpea de lleno a la cara a través de la discreta ficción fantástica, tal como Kafka habría esperado de cualquier que asuma escribir como deber.
A Alberto Chimal me lo he encontrado en algunas ocasiones, las que más recuedo fueron esta dos, que me han dejado la buena impresión que tengo del autor. Antes de devolver el libro de Los esclavos (que tuve en mi posesión como un año, la mayor parte sin leerlo) fui a buscar a Chimal a la presentación de un libro para que lo firmara (a nombre de mi amiga claro) y cuando menos se llevara una grata sorpresa al recuperarlo. Con agrado firmó y garabateó un dibujo para mi amiga y me regaló las paginas del pequeño discurso que dio para la presentación cuando elogié algunas de sus palabras.
Lo vi también en alguna función de Farenheit 541 en una de las ediciones de la FILIJ (no recuerdo cual) aunque no me pudiera quedar a verla (la chica con quien iba resultó algo arisca) y si lo he encontrado alguna otra ocasión, no llega a mi mente ahora.
Y ya pensando las cosas, uno de estos días seguramente me compro La torre y el jardín.


1 Como puede verse en una película como Brazil (1985) y muchas otras creaciones e Terry Gilliam.

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