Puedo dejar pasar la escena del estadio, porque Jack Harper es un individuo cuya curiosidad por el antiguo mundo en el planeta tierra se manifiesta en estas maneras y modos aficionados por las cosas que pertenecían a ese mundo (por ello cuando se encuentran al técnico de la zona 52, es totalmente coherente que aquél usa una mascada), y así es que el pequeño suvenir de cabeza contoneante llega a la nave, tal fetichismo nace y se mantiene del contacto con una tierra abandonada y sus restos.
Un curioso personaje y hasta cierto punto cándido (considero que bajo las condiciones de aislamiento en que se encuentra la ‘pareja efectiva’ a este Jack, a diferencia de Vika, le hace falta un poco más de candidez, porque también se puede ser curioso y arma-militar-entrenada a la vez que cándido). Vika por ejemplo manifiesta el otro polo de la candidez.
Pero lo que no puedo sólo pasar es su insistente frase de Horacio sobre cómo un hombre puede morir mejor. El descontento viene desde antes, pues al entrar al mítico Tet, el tetraedro es un gran montón de pasillos vacíos. Si bien podemos pensar que la esencia de Tet es ser minimalista, dado que la escena hace referencia al ‘Templo de nuestros padres’ un poco imponente o divino, fractales o alguna distribución hindú ya que en alguna forma Tet representa una esencia sobre los vimana (una especie de naves-casas-vehículos usados por los dioses hindúes en su tradición oral). Seamos algo comprensivos con Kosinski y pensemos que tet es minimalista, porque después de todo, es una máquina y busca la eficiencia mediante el mayor aprovechamiento y la menor dificultad en todos los esfuerzos.
Pero por muy inhumana que la máquina sea y logre ser engañada mediante un recurso pragmático (de manera acertada, debo reconocer) cuando se cuestiona la presencia de Jack en el Tet al permitirle adentrarse hasta el frente de lo que parece la mente central de este invasor, y dejar actuar al dichoso Jack mientras habla y refiere claramente sobre cómo se muere defendiendo la mínima causa… me parece que Tet se queda muy lenta, más lenta que mi mala conexión de internet (marca Slim, claro). La supermaquina conquistadora, con una facultad ejemplar del deciframiento de una lengua, de un modo de vida humano, se quedó pasmada en el momento más claro de su existencia frente a los humanos. Además de que su sentencia: ‘Yo soy tu dios’ también resulta una nota discordante a la fidelidad de una máquina que viene de otro mundo, por muy entendida que esté con los humanos, sin embargo esto parece ser más bien una tendencia de Kosisnki sobre sus temáticas.
Porque ya en Tron: Legacy se entrevió está temática que disimuladamente reflexiona sobre Dios, el creacionismo y la realidad construida en torno a estas percepciones. Desde Tron Kosinski como muchos otros del medio nos llevan a un mensaje: hay algo más que el consumismo vicioso y el poder empedernido que se produce bajo la obediencia ciega.
Pero al igual que Tron, cuya temática daba para ser una serie aún más épica pero que no tenía esperanzas de serlo bajo el yugo de Disney. Pudimos llegar a saber más sobre la extraña naturaleza de la Red, pudimos adentrarnos en mayores disertaciones sobre la creación y los creados, sobre la relación entre padre e hijo y como su naturaleza ‘real’ altera el mundo ‘digital’… pero no hubo tal. El hijo pródigo vuelve a su mundo real, se queda con la chica y vuelve al lugar de poder del sistema social contra el que se rebelaba como si la respuesta fuera: pertenecer. De la misma forma, en Oblivion nos lleva frente a la maquina divina y nos convence de que tras tanta complejidad, en su propio terreno (bajo su control) y sin que Jack recurriera a un factor sorpresa de ningún tipo dicha maquina no puede llegar a responder de una mejor manera que escuchando a su oponente mientras la destruyen. Así es cómo Kosinski parece quedarse a dos centímetros de la magnificencia.
Se valora el esfuerzo de la trama, la evocación de películas como 2001: Space Odyssey, Omega Man, Moon, Abre los Ojos…
Por último el personaje de Julia parece ser muy liberal, hay un extraño concepto sobre el amor y la identidad de las personas, Jack es un clon de un humano y no se cuestiona si dado su naturaleza debería pertenecer a la humanidad o a (lo que sea que sea) Tet, se deja llevar por el reconocimiento fisiológico tal vez, se deja llevar por la realidad que le hicieron creer en primer lugar, está hecho (literalmente) para defender un propósito humano, en ese sentido casi es una historia de venganza por traición. Julia, que sólo hay una, sabe (porque no creo que siendo astronauta se le pierda algo tan lógico) que la dejaron vivir a cambio de un sacrificio, sencillamente se encuentra a un nuevo Jack Harper y vive feliz para siempre. (WTF)
La trama fue estupenda, los giros de tuerca precisos, inesperados a pesar de que puedan no ser esencialmente originales. Pero el cierre, la última escena del encuentro de Kurylenko y los sobrevivientes, fue… poliamorosa. ¿Porque supongo que había otros 50 Harper andando por el mundo no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario