Se dice que vivo en esta ciudad surrealista, de fuerte carácter, donde habitan las sillas de tres patas, leyes guiadas por papelitos de colores, nómadas errantes que buscan la revolución perdida y es requisito haber leído menos de un libro en tu vida, o al menos poder no recordarlo, para ser lider nacional.
Se dicen cosas de mi, egoísta, detallista, procastinador e inmortal, me han llamado buen amante, interesado y petulante. Tal vez todo esto tiene algo de cierto, pero de no ser así, significa que nada de esto tiene sentido y lo que ser vierte aquí es vano. Deseo fervientemente estar equivocado.
Estas son la letras de un observador.
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